Es la cronología de sucesos desde el comienzo del primigenio poblamiento humano en el actual territorio de la República Argentina hasta nuestra propia actualidad.
Se inicia con los vestigios más antiguos de seres humanos en suelo argentino, detectados en el extremo sur de la Patagonia, que datan de hace unos 13 000 años. Las primeras civilizaciones agroalfareras se establecieron en el noroeste andino desde el siglo XVIII a. C.
La historia escrita de lo que es la Argentina comenzó con los registros del cronista alemán Ulrico Schmidl en la expedición de Juan Díaz de Solís en 1516 al Río de la Plata, hecho que anticipa la dominación española que se impondría en parte de esta región.
En 1776 la corona española creó el Virreinato del Río de la Plata, entidad aglutinadora de territorios a partir de la cual, con la Revolución de Mayo de 1810, comenzaría un proceso gradual de formación de varios Estados autónomos —llamados provincias— o independientes, entre ellos el que llevó el nombre de Provincias Unidas del Río de la Plata.
Con la declaración de la independencia el 9 de julio de 1816 y la derrota militar del Imperio español en 1824 se formalizó la existencia soberana. En 1833 el Imperio británico tomó posesión de las Islas Malvinas que entonces era una comandancia militar de las Provincias Unidas, cuya devolución ha reclamado la Argentina desde entonces.
Tras un prolongado período de guerras civiles, entre 1853 y 1860 se aprobó una república federal con el nombre de República Argentina. Mediante guerras contra los pueblos mapuche, tehuelche, ranquel, wichi y qom, conocidas como Conquista del Desierto y Conquista del Chaco, la República Argentina tomó posesión de las llanuras chaqueña y pampeana y de la Patagonia oriental, conformando su territorio actual, el octavo más extenso del mundo.
Entre 1862 y 1930 transcurrió un largo período de estabilidad constitucional, en el que debido a una gran ola migratoria proveniente sobre todo de Italia y España, la población argentina creció cinco veces más rápido que la del mundo.
La implantación del sufragio universal para varones en 1912, completado con el reconocimiento del derecho al sufragio a las mujeres en 1951, dio origen a una serie de gobiernos electos por el voto popular, que se alternaron en el poder partir de 1930 con dictaduras militares, gobiernos fraudulentos y gobiernos de legitimidad limitada debido a las proscripciones políticas. Luego de la derrota en 1982 en la guerra de las Malvinas contra el Reino Unido, la última dictadura colapsó, siendo sus integrantes enjuiciados por graves crímenes de lesa humanidad. En 1983 se inició un extenso período de democracia que continúa en la actualidad, sucediéndose desde entonces nueve presidentes pertenecientes a tres partidos: Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Duhalde,Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner , Mauricio Macri y Alberto Fernández.
Poblamiento inicial
Los primeros seres humanos que arribaron al actual territorio argentino parecen haber llegado por el extremo sur de la Patagonia provenientes de lo que hoy es Chile. Los restos más antiguos de la presencia humana se encuentran en Piedra Museo (Santa Cruz) y se remontan al 11 000 a. C. Junto con los yacimientos de Monte Verde (Chile) y Pedra Furada (Brasil) constituyen, hasta el momento, los sitios de poblamiento más antiguos hallados en Sudamérica. Estos yacimientos sustentan la teoría del poblamiento temprano de América (pre-Clovis).
Estos primeros habitantes del territorio argentino se dedicaban a la caza de milodones,3 (mamífero parecido a un gran oso con cabeza de camello, ya extinguido)[cita requerida] y de Hippidion saldiasi3 (caballos sudamericanos que desaparecieron hace 8000 años),[cita requerida] además de llamas gráciles, guanacos, y ñandúes.3
Cerca de allí, también es posible ver las pinturas de manos y guanacos estampadas 7300 a. C. en la Cueva de las Manos (río Pinturas, provincia de Santa Cruz). Se trata de una de las expresiones artísticas más antiguas de los pueblos sudamericanos y ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.
Para el año 9000 a. C. ya había comenzado el poblamiento de la pampa, en tanto que la zona del Noroeste del país comenzó a ser habitada hacia el 7000 a.c
Historia precolombina
La historia prehispánica de la Argentina hace referencia a los desarrollos culturales locales del actual territorio de la República Argentina previos a la conquista y colonización por parte de España.
El primer registro poblacional del territorio actualmente controlado por la Argentina se remonta al 12.° o al 13.er milenio AP, de acuerdo a los hallazgos de Los Toldos y Piedra Museo.4 Entre los pueblos originarios, los cazadores y recolectores habitaron la Patagonia, la Pampa y el Chaco. Los agricultores se instalaron en el noroeste, Cuyo, las Sierras de Córdoba y después en la mesopotamia. Tastil, en el noroeste, fue la ciudad precolombina más grande ubicada en el actual territorio argentino, con una población de 2000 habitantes.5
Los pueblos indígenas argentinos se dividieron en dos grandes grupos: los cazadores y recolectores, que habitaban la Patagonia, la Pampa y el Chaco; y los agricultores, instalados en el norte, Cuyo, las Sierras de Córdoba y, más tardíamente, en la Mesopotamia.
Los primeros rastros de vida humana en este territorio corresponden a pueblos de un nivel cultural paleolítico que tres mil años atrás incorporaron los primeros aportes culturales mesolíticos y neolíticos.6 Hasta la época de la conquista y de la colonización europea, el territorio argentino ha estado ocupado por diversos pueblos originarios, con diferentes organizaciones sociales que se pueden dividir en tres grupos principales:78
Cazadores y recolectores de alimentos básicos canoeros oceánicos, como los yaganes o yámana y los haush en Tierra del Fuego y los canales fueguinos. Cazadores y recolectores, que habitaban la Patagonia, la Pampa y el Chaco.
Cazadores avanzados y recolectores de alimentos como los pámpidos, en el centro-este: hets en las praderas y estepas de la región pampeana y norpatagónica; y chonks en la Patagonia —invadidos desde el s. XVIII por los mapuches alfareros procedentes de la zona cordillerana de la Patagonia— y los qom y wichi en la región chaqueña.9 También pertenecen a este grupo los pámpidos charrúas y minuanes, que habían incorporado la cerámica.
Los agricultores con cerámica como los guaraníes y las culturas andinas y derivadas. A partir del segundo milenio, los avá (un pueblo amazónido conocido desde el siglo xvii por los españoles como «guaraníes») invadieron el NEA y la Región del Litoral; eran cultivadores de mandioca y avaty o maíz en forma de roza (tala y quema de florestas) y por ello semisedentarios.7 Las culturas centradas en la agricultura y ganadería del norte eran puramente sedentarias, y habían desarrollado redes comerciales englobadas en el conjunto actualmente llamado «quechua»; tras establecer un sistema cuasi estatal en torno a señoríos locales, fueron sometidos por el imperio incaico hacia el año 1480. Influidos por estas culturas andinas, otros pueblos como los diaguitas, calchaquies y huarpes desarrollaron una agricultura y ganadería de menor desarrollo, adaptada a las condiciones de las regiones llanas y serranas del centro de la actual Argentina y de Cuyo.7
En los siglos XIV y XV, el Imperio incaico conquistó parte de las actuales provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, el extremo oeste de la provincia de Tucumán, la parte oeste de las provincias de La Rioja y San Juan, el noroeste de la provincia de Mendoza y, probablemente, el norte de la de Santiago del Estero,10 incorporando sus territorios al Collasuyo, que era la parte sur del Tahuantinsuyo o regiones de tal imperio.
Tradicionalmente, se atribuye la conquista al monarca inca Túpac Yupanqui. Varios señoríos de la región, como los quechuas, los likanantai (atacamas), los huarpes, los diaguitas y otros, intentaron resistir, pero los incas lograron dominarlos, trasladando a sus territorios a los mitimaes o colonos deportados de las tribus de los chichas, que habitaban en lo que es el suroeste del actual territorio boliviano. Otros, como los sanavirones, los lule-tonocoté y los henia-kâmîare (popularmente llamados «comechingones»), resistieron con éxito la invasión incaica y se mantuvieron como señoríos independientes.7
Crearon centros agrícolas y textiles, asentamientos (collcas y tambos), caminos (el "camino del inca"), fortalezas (pucarás) y santuarios de alta montaña. Algunos de los principales son el pucará de Tilcara, la tambería del Inca, el pucará de Aconquija, el santuario de Llullaillaco, el shincal de Londres y las ruinas de Quilmes.
Argentina parte del Imperio Español (1516-1806)
La conquista española de parte del actual territorio argentino se realizó mediante tres esfuerzos independientes: expediciones desde España hacia el Río de la Plata y el Paraguay, expediciones organizadas en el Perú para ocupar las tierras del Tucumán, y expediciones de Chile hacia Cuyo. De allí surgen las tres grandes subdivisiones: Nueva Andalucía (después dividida en Río de la Plata y Guayrá-Paraguay), Córdoba del Tucumán, y el Corregimiento de Cuyo. Las primeras dos pertenecieron al Virreinato del Perú, la última a la Capitanía General de Chile. En 1779 las tres pasaron a formar parte del nuevo Virreinato del Río de la Plata.
Teniendo en cuenta que en el Imperio español la unidad social se concebía a través de la unidad de la Fe de la Iglesia católica, gracias a la bula Sublimis Deus del papa Pablo III de 1537 se declaró a los indígenas hombres con todos los efectos y capacidades de cristianos.1112 Hoy en día, gracias al mestizaje, la población de los países hispanoamericanos comparte antepasados indígenas y europeos, en diversos grados.[cita requerida]
En este período se produjo la muerte de la mayor parte de la población indígena en la catástrofe demográfica en América tras la llegada de los europeos, que llevó a su vez al Imperio Español a introducir a millones de esclavos secuestrados en el África subsahariana. Simultáneamente y a pesar de la prohibición impuesta por los estatutos de limpieza de sangre, se produjo un generalizado mestizaje de la población, en el que los hombres españoles mantuvieron relaciones sexuales—muchas veces forzadas —con decenas y hasta cientos de mujeres indígenas y negras. Esta situación causó un proceso de aculturación en los sectores no nacidos en España y de ambigüedad ante el hecho de la conquista.
El 20 de noviembre de 1542, el rey Carlos I de España firmó en Barcelona por real cédula las llamadas Leyes Nuevas, un conjunto legislativo para las Indias entre las cuales dispuso la creación del Virreinato del Perú en reemplazo de las antiguas gobernaciones de Nueva Castilla y Nueva León, al tiempo que la sede de la Real Audiencia de Panamá fue trasladada a la Ciudad de los Reyes o Lima, capital del nuevo virreinato.
El flamante virreinato comprendió en un inicio y durante casi trescientos años gran parte de Sudamérica y el istmo de Panamá, bajo diversas formas de control o supervigilancia de sus autoridades. Abarcaba una inmensa superficie que correspondía a los actuales territorios que forman parte de las repúblicas de Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Panamá, Perú y toda la región oeste y sur del Brasil. Quedaban exceptuadas Venezuela, bajo jurisdicción del Virreinato de Nueva España a través de la Real Audiencia de Santo Domingo, y Brasil, que integraba el Imperio portugués.
En el período virreinal la mayor parte del actual territorio argentino no pudo ser conquistado por el Imperio español, debido a la resistencia opuesta por los pueblos indígenas que habitaban esos territorios, principalmente en las llanuras chaqueña, pampeana y la Patagonia.
En la pampa y la Patagonia dominaron los pueblos tehuelches hasta que en el siglo xviii ingresó un gran contingente mapuche proveniente de la región de Arauco, mapuchizando los pueblos que habitaban la Patagonia norte y la pampa, región que tomó el nombre de Puelmapu.
En la llanura chaqueña dominaron los pueblos wichi y kom. En la región de los ríos alto Paraná y alto Uruguay los jesuitas instalaron misiones indígenas guaraníes organizadas como repúblicas teocráticas de tipo comunitario, con el fin de proteger a sus miembros de las prácticas esclavistas de los encomenderos españoles y los bandeirantes portugueses, que llevó a la Guerra Guaranítica entre 1754 y 1756.
La zona del Río de la Plata fue disputada en el período entre el Imperio español y el Imperio portugués, dentro de la confrontación que ambas potencias mantenían a escala global, generando una fuerte confrontación entre brasileños y rioplatenses que llegó al enfrentamiento bélico en la Guerra de los Siete Años y luego durante la guerra hispano-portuguesa de 1776-1777.
Independencia
La Declaración de Independencia de la Argentina fue una decisión tomada el 9 de julio de 1816 por el Congreso de Tucumán, por la cual declaró la formal ruptura de los vínculos de dependencia política de las Provincias Unidas del Río de la Plata con la monarquía española. La declaración fue realizada en la Casa de Tucumán, ubicada en la ciudad de San Miguel de Tucumán, donde sesionaba la asamblea. Diez días más tarde, el mismo Congreso renunció también a toda otra dominación extranjera.
El acta de la Independencia fue declarada por el Congreso de las Provincias Unidas en Sudamérica y lee como sigue:
En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán a nueve días del mes de julio de 1816: terminada la sesión ordinaria, el Congreso de las Provincias Unidas continuó sus anteriores discusiones sobre el grande, augusto y sagrado objeto de la independencia de los pueblos que lo forman. Era universal, constante y decidido el clamor del territorio por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España, los representantes sin embargo consagraron a tan arduo asunto toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la suerte suya, pueblos representados y posteridad. A su término fueron preguntados ¿Si quieren que las provincias de la Unión fuese una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli? Aclamaron primeramente llenos de santo ardor de la justicia, y uno a uno reiteraron sucesivamente su unánime y espontáneo decidido voto por la independencia del país, fixando en su virtud la declaración siguiente:
"Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud-América, reunidos en congreso general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia que regla nuestros votos: declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli. Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas, y cada una de ellas, así lo publican, declaran y ratifican comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, baxo el seguro y garantía de sus vidas haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación. Y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración." Dada en la sala de sesiones, firmada de nuestra mano, sellada con el sello del Congreso y refrendada por nuestros diputados secretarios.
El 19 de julio, en sesión secreta, el diputado Medrano hizo aprobar una modificación a la fórmula del juramento, con la intención de bloquear algunas opciones que se contemplaban en aquel momento por las que se pasaría a depender de alguna otra potencia distinta de España. Donde decía «independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli», se añadió:
"...y toda otra dominación extranjera"
El acta original, firmada por todos los miembros del Congreso, fue redactada en el libro de Actas de las sesiones públicas de dicha asamblea, pero ese libro se ha perdido. Algunos historiadores consideran que fue depositado en 1820 en la Legislatura de Buenos Aires, de donde posteriormente habría sido sustraído. En el Archivo General de la Nación Argentina se conserva una copia, realizada por el secretario Serrano a fines del mes de julio de 1816.